Fundadora de Karolcarts, venezolana, amante de la buena mesa, de la naturaleza, de la creatividad, de la cocina, de lo holistico, de lo vital.
Hoy día, son muchos los factores que conllevan al ser humano a vivir de una manera desenfrenada, siendo esclavos de sus propias rutinas de horarios, presión laboral y familiar, ansiedad, olvidándose de los más preciado que tenemos, que es estar vivos y disfrutar de salud.
Karolcarts es una invitación, para ver la vida con otros ojos siendo consciente de lo que llevamos a nuestra boca, apreciar lo que la naturaleza nos brinda en toda sus manifestaciones y sentir la vitalidad como fuente natural, para llevar una existencia plena.
Quiero contarles un poco sobre mi, mi viaje alrededor del mundo gastronómico, mi enfoque de vida y mis pasiones. Crecí dentro de una familia, en donde la comida, los jugos naturales, el vino, whisky, era importante; mi mamá y mi abuela, tenían unas manos prodigiosas para la cocina y mi papá, siempre se caracterizó por ser amantes de las frutas, y las preparaciones de origen natural para curar enfermedades.
Eso, indudablemente, influyó mucho en mi, ya que me llevó a aprender a cocinar desde la adolescencia y convertirla en unas de mis pasiones a lo largo de mi vida. En la mesa de mi hogar, siempre había abundante comida, platos tradicionales venezolanos, e internacionales.
Soy de Venezuela, uno de los países más hermosos del planeta. Venezuela era, (hace muchos años) como esa casa, donde tu sabías que todos podían llegar y ser bien recibido. Una fusión de diferentes culturas y países.Eso nos convirtió a nivel gastronómico en un país con una cultura culinaria muy rica, lo que nos permitió desde pequeños a acostumbrarnos al sabor de los diferentes platos tradicionales de muchos países, sobretodo de Italia, España, Portugal, Turquía, El Líbano, Alemania, China y Japón.
Estudié toda mi infancia y adolescencia en un colegio de monjas dominicas españolas, la «Sagrada Familia», con los mejores profesores. De ahí guardo muchos recuerdos y mis mejores amigos. Siempre me gustó viajar, y vivir en sitios donde, pudiese relacionarme con personas de diferentes países (acostumbrada desde mi niñez), dándome los primeros indicios de que en, mi vida de adulta, mi destino estaría fuera de Venezuela.
Estudié Comercio Exterior, en Caracas, no culminandola, al darme cuenta que no era lo que realmente lo que me apasionaba. Muy joven me casé y tuve tres hijos, hermosos, inteligentes, mis amigos hoy en día.
Volví a mi ciudad, Apure, donde trabajé con mi papá José Cupertino Bacalao, en el restaurante, que el creó, y que se convirtió en uno de los mejores restaurantes de comida típica de la región y de jugos naturales de toda índole, llevándose la corona , con las mejores arepas, que podías disfrutar en San Fernando de Apure. Al mismo tiempo, circunstancias de la vida, que agradezco enormemente, me conectaron con la metafísica, y los ángeles, filosofía que hoy en día, junto con otras me han llevado a entender, que el/la creadora de tu vida eres tú mismo (a), que la palabra y el pensamiento tiene poder y que lo hagas a otros, bien o mal, te lo estas haciendo a ti mismo (a).
Luego estudié Educación, mención Docencia Agropecuaria, renovando en mi el amor por la naturaleza y los animales, y descubriendo una nueva pasión: la ecología. Eso, y el sueño de tener mi casa en medio de llanura, rodeada de árboles, animales de la fauna apureña, una tierra fértil, me llevó a desarrollar proyectos donde la sostenibilidad y sustentabilidad fuesen los protagonistas. Proyectos hermosos que desarrollé en conjunto con diferentes institutos y universidades del Edo. Apure.
Convirtiendo mi casa en una especie granja-laboratorio donde pude experimentar acerca del no uso de agroquímicos para ninguna de las actividades de siembra y producción pecuaria dentro de la misma, llevándola a ser la granja agroecológica «Los Ángeles», sembrando 6.000 especies de árboles forestales. Un reto que me llenó de orgullo, a mi y mis hijos, ya que ellos participaron de forma activa en él.
Muy cerca de ella trabajaba como docente de educación primaria. Experiencia única que me llevó a conocer la verdadera vocación del educador. Trabajaba de docente en el día y en las tardes vendía comida por encargo, desarrollando siempre ese gusto por cocinar y reunir en torno a mi cocina, a las personas que más quiero.
La situación en Venezuela, debido a la dictadura, que se implantó desde el año 1.999 me obligó a mi y mis hijos a adelantar mis planes de salir del país. Dejando todo, como cualquier emigrante, sin miedo y tomando la decisión de comenzar de nuevo en otro país.
Y así llegué a Perú, después de 6 días de viaje por carretera, con mucha incertidumbre, pero con unas ganas enormes de retomar el estilo de vida, que había perdido en mi país. Y así lo hice, estuve en Lima unas semanas y luego decidí irme a Cusco, lugar que quería conocer por su fuerza energética, logrando conseguir trabajo en otras cosas, menos en educación.
Finalmente, la vida me llevó a trabajar en Samadhi, hotel en el Valle Sagrado, hermoso, con gente que confió en mis habilidades culinarias, en mi persona, convirtiéndose en un nuevo reto para mi, ya que el menú se basaba solo en platos veganos y vegetarianos.
Esto me llevó a investigar sobre los nutrientes de cada alimento y plato que elaboraba, a ser más creativa, confirmando que el mundo gastronómico es energía en constante movimiento, que tu vibración y pensamientos influyen en el resultado de tus platos, y que cocinar , es un arte, un ritual, donde dejas plasmada tu alma y tus ganas, que la humildad es lo más bonito del ser humano y que sólo lo que necesitas es sentir amor por eso que haces, gratitud por cada experiencia que tenemos.
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